martes, 9 de abril de 2019

VIAJE DE ESTUDIOS. 1916



(Fotografía de Ksado. Publicada en la revista Vida Gallega, nº 81, enero 1917 en la visita a la Universidad de Santiago)

VIAJE DE ESTUDIOS (1916)

   El andaluz Federico García Lorca es uno de los más insignes representantes de la poesía española. Miembro de la Generación del 27, formó parte con otros grandes poetas de una nueva Edad de Plata de las letras hispanas. 
   Su profesor, Martín Domínguez Berrueta (1869-1920), había llegado a Granada para ocupar la Cátedra de Teoría del Arte y la Literatura de la Facultad de Letras y puso de moda entre sus alumnos las "excursiones de estudio", en la línea educativa de la Institución Libre de Enseñanza. Empezó por realizar visitas a los conventos y monumentos granadinos, hasta que realizó el primer viaje fuera de Granada en febrero de 1914 a Baeza, Jaén, Cabra y Córdoba. A él se apuntaron siete alumnos. 
Mapa realizado por Alvarellos 
En un nuevo viaje a Baeza, Úbeda, Córdoba y Ronda en junio de 1916 ya aparece el alumno Federico García Lorca, que escribe “Ciudad perdida”, publicada en Granada en 1917 en la revista Letras recogida después en su primera obra Impresiones y paisajes (1918). Conoce en Baeza a Antonio Machado, profesor de Francés en el Instituto de la ciudad, para el que Lorca interpretó varias piezas de piano.
Pero la excursión más larga lleva al grupo a Burgos tras arrancar en Madrid y pasar por El Escorial, Ávila, Medina del Campo, Salamanca, Zamora, Astorga, Orense, Redondela, Santiago de Compostela, La Coruña, Lugo, León, Sahagún y Venta de Baños. Después, llegarían a Segovia.
Participaron Ricardo Gómez Ortega, Francisco López Rodríguez 'Paquito' -que narrará con profusión los tres días en Compostela-,  Miguel Martínez Carlón, Luis Mariscal y Rafael Martínez Ibáñez.
 La excursión formativa, que no había podido hacerse  durante el verano, se realizó  entre el 15 de octubre y el 8 de noviembre de 1916, según señala el profesor Berrueta en su Crónica del Viaje. En la misma se relatan con cierto detalle las actividades desarrolladas y se rinde cuenta de su coste: la subvención estatal había sido de 1.482 pesetas, alcanzando los gastos totales el montante de 2.196,48 pts.. La diferencia tuvo que ser compensada, por cada uno de los seis participantes, con una aportación de 119.08 pts. El profesor-relator se pregunta “¿Que cómo se hacen estos milagros? Y se responde que “Con voluntad firme y con amor a la enseñanza”.
   Federico es, en  1916, un estudiante de Filosofía y Letras, y de Derecho sin la menor inclinación hacia la segunda carrera. Martín Domínguez Berrueta lo había elegido para ese viaje de fin de curso. El Heraldo de Madrid lo alabó como "la primera excursión de esta importancia que se llevaba a cabo en España".
  Consistió en cruzar mil kilómetros desde Granada a Santiago para que los jóvenes interiorizasen que "el arte es la vida" por lo que aprenden de su sabiduría, "intuición vidente que les ha entrado en su alma a borbotones".
   El viaje  duró 24 días, 5 en tierras gallegas: tres horas en Ourense, un cambio de tren en Redondela (tarde del 25), 3 días en Santiago (llegan la noche del 25); una jornada, sin dormir, en A Coruña; y algo más de un día en Lugo. Gracias a los textos de Luis Mariscal se sabe hoy que García Lorca y el grupo pararon en Ourense, donde comieron cerca del Puente Romano, y posteriormente se dirigieron a Redondela (Pontevedra), donde hicieron transbordo hasta la estación de Cornes, en Conxo, hoy ya perteneciente al ayuntamiento de Santiago de Compostela. 
Son recibidos por el rector de la universidad, Cleto Troncoso, junto con el catedrático Cotarelo Valledor (alcalde en funciones) y el catedrático González Salgado (aparecen en la foto de arriba). Con ellos visitarán la universidad. Hasta conocerán al arzobispo Martín Herrera. Sorprende que un pequeño grupo de estudiantes de Granada que visita la ciudad de Santiago sea recibido por las personas más representativas de esta. El rector les regalará un ejemplar de la guía ilustrada Galicia, naturaleza y arte (editada en A Coruña en 1910).
Recogido en Alvarellos
 Dos de aquellos colegas dejaron referencias. Luis Mariscal, entonces el talento literario más prometedor, publicó 23 artículos en el Noticiero Granadino, entre el 19 de octubre de 1916 y el 24 de febrero de 1917. Francisco López Rodríguez, Paquito, en noviembre de 1927, en Reflejos, revista literaria ilustrada de Granada, difundió el artículo «Santiago de Compostela», donde rememora la estancia en la ciudad, con fotografías. Además, en la revista Lucidarium, igualmente de Granada, se publicó en enero de 1917 una crónica, sin firma, que Alvarellos considera que «con toda probabilidad» es del profesor Berrueta, sobre los objetivos del viaje. Habla ahí de los cinco días pasados en Galicia, sobre todo de Santiago. Es también él el que afirma, cuando el tren seguía el curso del río Sil:" En una estación hemos oído cantar por primera vez en gallego a un mozo la conocida canción:"Campanas de Bastavales,/ cando vos oio tocar/ mórrome de soidades", el primer contacto con la lengua gallega y con Rosalía.
SANTIAGO
   La estancia en Santiago de la histórica excursión de los estudiantes de la Universidad de Granada fue recogida por el Diario de Galicia el 27 de octubre de 1916 con una alusión al poeta, entonces conocido en el grupo como El Músico: “Algunos de estos alumnos dan conferencias en los centros universitarios que recorren y entre ellos hay un joven artista, Federico García Lorca, discípulo del malogrado maestro Granados”. Es la época de la I Guerra Mundial y Granados había muerto en marzo, cuando atravesaba en barco el Canal de la Mancha.
El día 26 recorrieron la zona monumental de Santiago con Armando Cotarelo Valledor, Catedrático de la Facultad de Letras y alcalde, que actuó de cicerone, y el rector de la universidad Cleto Troncoso.
   Quedan algunas referencias dispersas en su obra a la impresión que le produjo Santiago. Por ejemplo, afirma en un capítulo de Impresiones y paisajes dedicado a Baeza:
Plaza del Obradoiro con la estatua de Montero Ríos
"Recordemos la gran plaza de Santiago de Compostela con el monumento al señor Montero.¡Qué salivazo tan odioso a la maravilla churrigueresca de la portada del Obradoiro y al hospital grandioso!"
   Se refiere a una estatua de Montero Ríos, que entonces ocupaba el centro de la plaza del Obradoiro y que posteriormente fue trasladada a Mazarelos.
   Se conserva una rúbrica en la Catedral, «en un álbum en el que firmaban peregrinos distinguidos, que se hallaba entonces en la capilla de las Reliquias y que hoy está expuesto en una de las vitrinas de la biblioteca capitular». Ahí se lee: «En excursión de estudio de la Universidad de Granada, llenos de asombro y veneración, en esta iglesia de suntuosidad apostólica y de fe de cimientos españoles».
   También publicará Lorca "Un hospicio en Galicia", en Impresiones y paisajes, en que escribe las impresiones del hospicio de Bonaval, de fuerte crítica social.
   Las demás experiencias en la ciudad las conocemos, por un lado, a través del diario de Luis Mariscal, un compañero que fue nombrado secretario de la excursión por el profesor, y que era considerado por este como el alumno más brillante del grupo. Será él quien escriba una crónica del viaje en una colección de veintitrés artículos para publicar en el Noticiero granadino. Recuerda el paseo por la Rúa do Vilar, la visita a la Catedral, los restos del Apóstol y el Pórtico de la Gloria, "ese pórtico espléndido, sin par, que aún conserva restos del policromado primitivo". También recorren las plazas que la rodean, así como el mercado de la Herradura, San Martín Pinario, la colegiata de Sar, y la universidad "severa, clásica...La Biblioteca, riquísima en manuscritos y joyas bibliográficas...".
   Por su parte, la crónica de la estancia en la ciudad publicada en la revista Lucidarium de Granada, en enero de 1917, atribuida a Berrueta, también detalla el recorrido de los alumnos. Afirma que dedican el primer día a una visita completa a la Catedral: "Toda la labor del día para aquella pasmosa catedral...Desde la ocho de la mañana a la una y media de la tarde y desde las tres hasta que se hizo de noche." Después recorren las calles: el Preguntoiro, la Quintana, la Plaza del Hospital, Azabachería, Platerías.
   Al día siguiente volvieron a la Catedral y luego hicieron un detenido estudio del Real Hospital (hoy, Hostal de los Reyes Católicos), siendo recibidos por los catedráticos de la Facultad de Medicina. Visitan  San Martín Pinario, la Universidad, la colegiata de Sar y el manicomio de Conxo guiados por el doctor Barcia Caballero, "visita que cautivó la atención de los escolares, en la parte
artística y en la no menos trascendental de la instalación de aquel hospital y sanatorio modernísimo, en donde la ciencia médica tiene un templo.¡Qué lástima que el descubrimiento de lo que tiene España haga del manicomio de Conxo cosa de descubrimiento y de tesoro oculto!". También queda reflejada su estancia en el libro de firmas de este sanatorio psiquiátrico.
   En la mañana del 28 visitaron San Francisco, el Colegio de Fonseca, el Palacio de Gelmírez y un adiós al Pórtico de la Gloria. De todo lo dicho en esta crónica sorprende la admiración ante la belleza de la ciudad, el conocimiento detallado que tuvieron y la magnífica acogida de todos los máximos representantes de la ciudad. Admira esto pues era un grupo muy reducido al que se le prestó muchísima atención en todos los lugares que visitaron.
   También dedicará un artículo a Santiago y a la estancia del grupo en la ciudad otro de los estudiantes, Francisco López Rodríguez. Lo publicará bastante más tarde, en la revista Reflejos de Granada en noviembre de 1927:
"Santiago, como casi todas las ciudades artísticas medievales, tiene su plaza, que no es la plaza castellana de soportales, reducida, macilenta y triste, sino amplia, soberbia, de una esplendidez mayestática. Cuatro edificios cuadran este magnífico rectángulo: la portada churrigueresca de la Catedral, con sus galerías airosas y las dos agujas; el hospital de peregrinos, joya preciada del plateresco español, debido a la munificencia de los Reyes Católicos; el palacio de Fonseca, hoy Facultad de Farmacia, y un amplísimo edificio municipal, severo de líneas y de corte clásico"
     Se ve la emoción que aún le queda en el recuerdo del viaje realizado diez años antes (aunque se confunde y sitúa en la plaza el Palacio de Fonseca al que confunde con  san Jerónimo).
A CORUÑA

   El grupo recorrió la ciudad, visitando especialmente la iglesia de Santiago en la Ciudad
Vieja, la Torre de Hércules y la iglesia de las Capuchinas en Panaderas, donde fueron a ver un cuadro atribuido a Zurbarán. Estuvieron poco tiempo (apenas cuatro horas), pero su agrado por la ciudad quedó reflejado en sus notas de viaje. En una carta que envió a sus padres  escribe: «La Coruña gustóme mucho, sobre todo el mar». Además, la audición de un piano sonando sobre el puerto coruñés, que recoge en esas mismas anotaciones («en la casa del comandante se oye un piano. Sus notas llegan a mí confusas, me acerco ansioso… Es un aire popular…»), le habría de servir de inspiración para un pasaje de su primer libro, (Impresiones y Paisajes, 1918), titulado Romanza de Mendelssohn.
"Ya estamos en Coruña. La ciudad es lindísima. Muchos jardines, calles alegres. Las casas con miradores de cristales. Mucha vida. Movimiento. Trabajo. En el puerto, las barquillas agrupadas se besan unas a otras a impulsos del agua, tan pastosa que parece jarabe...""En la casa del comandante se oye un piano. Sus notas llegan a mí confusas... me acerco ansioso. Es un aire popular... 'vámonos, vámonos' y caminamos a la Torre de Hércules. Es cuadrada, altísima, está desafiando al mar. Este enfurecido la salpica de espuma fuertemente. El aire me arrulla...", escribió Lorca, en Impresiones y paisajes, el primer libro que publicó financiado por su familia.
LUGO
   Era domingo. Todas las referencias a la ciudad y a su estancia en ella las conocemos a través de las crónicas de Luis Mariscal. Como es domingo, van a misa. Luego contemplan  Santo Domingo y San Francisco, "dos iglesias interesantísimas", aunque Mariscal no evita acentuar su decepción: "[En Galicia] la arquitectura va a atrasada un siglo con respecto al resto de España".
   Tras la parada en la Praza do Campo, llegan a la catedral. El cronista reseña "el preciosísimo privilegio de tener el Santísimo Sacramento expuesto permanentemente", pero también califica de "barroco espantoso" la capilla que acoge a la Virxe dos Ollos Grandes. Con horrorizarle el continente, le seduce el contenido: "Esta Virgen lucense tiene un particular interés. No se trata de una advocación dolorosa como las tan frecuentes en
Andalucía, sino que está definida por una línea delicadísima". Añade que los ojos que le dan nombre son "tranquilos, densamente expresivos; unos ojos perdonadores".
   El día acaba con "un paseo en carruaje en derredor de la muralla robusta", tan poco valorada en 1916 que había sido aderezada con "una enormidad de estelas romanas" y tenía entonces muchas casas adosadas por el exterior, lo que no permitía verla exenta como en la actualidad. En el momento de marcharse en dirección a León, "baja a recibirnos el claustro del instituto en pleno" a la estación de tren. Luis Mariscal lo valora con humor: "Ya conocemos la medida del gallego".
   Fue un capítulo de Impresiones, en la que apenas menciona a su maestro, el que rompió la amistad Lorca-Berrueta. Por culpa de una discusión en la que el profesor Berrueta defendía la calidad artística del San Bruno de la Cartuja de Miraflores, obra del escultor portugués Pereyra, mientras que Lorca la critica en su libro, diciendo que no tenía expresión ni sufrimiento espiritual. "Estamos soportando en España una serie de esculturas ante la cuales los técnicos se extasían; pobre idea del pobre señor Pereira… Este santo tiene la rudeza de un patán", escribió Lorca.
   Esto irritó al profesor Berrueta que le devolvió el libro Impresiones cuando García Lorca se lo envió, tras haberlo publicado en una edición costeada por su padre. Está dedicado no a su profesor de Arte, que hubiera sido lo elegante, sino a su maestro de música Segura Mesa (que en realidad había muerto hacía poco tiempo: quizá fue esa la razón):
A la venerada memoria de mi viejo maestro de música, que pasaba sus sarmentosas manos, que tanto habían pulsado pianos y escrito ritmos sobre el aire, por sus cabellos de plata crepuscular, con aire de galán enamorado y que sufría sus antiguas pasiones al conjuro de una sonata beethoveniana. ¡Era un santo! 
Con toda la piedad de mi devoción.
Federico García Lorca (1918) 
A partir de entonces García Lorca ya no se presentó a los exámenes de don Martín.
 La primera referencia a esta experiencia viajera es el artículo «Impresiones del viaje a Santiago», publicado en la revista Letras, de Granada, en diciembre de 1917.