SEIS POEMAS GALEGOS. GARCÍA LORCA

 Tras su publicación en la Editorial Nos el 27 de diciembre de 1935 por Ánxel Casal con un prólogo de Blanco Amor, Seis poemas galegos es un hito para la literatura gallega, por la importancia de su autor, que en el momento de la escritura se hallaba en su plenitud creativa. Fue posible gracias a las amistades gallegas que tenía entonces, entre las que hay que destacar a Eduardo Blanco Amor y Ernesto Guerra Dacal.

   El día 22 de noviembre de 1932, un grupo de jóvenes intelectuales lucenses, entre los que estaban Ánxel Fole, Álvaro Cunqueiro y Francisco Lamas, lo llevan a la tienda de gramolas de Luís Manteiga. Lorca entrega para la revista Yunque el primero de sus poemas gallegos: «Madrigal â cibdá de Santiago». Según le cuenta Luis Manteiga en carta a Martinez Barbeito: "Lorca nos dejó para Yunque su primera poesía gallega, hecha en Santiago […]". Aparecerá publicado además en El sol de Madrid en diciembre de 1932. Alonso Montero descubrió, en la casa madrileña de Francisco Lamas el texto autógrafo del poema. Este le reveló, además, los nombres de los dos posibles «asesores» idiomáticos de poema: Luis Manteiga y el mismo Francisco Lamas.

  El poeta viaja a Buenos Aires (13 de octubre de 1933- 27 de marzo de 1934) y los gallegos de la Federación de Sociedades Galegas así como del Centro Gallego de Buenos Aires lo recibieron con gran cariño. El actor gallego Fernando Iglesias, Tacholas, recordaba cómo se produjo en el Salón Castelao del Centro Gallego de Buenos Aires este recibimiento apoteósico de Lorca, hospedado en el hotel Castelar, mezclado con los gallegos por la avenida de Mayo. Traía el aura de haber escrito unos poemas en gallego y los emigrantes, entusiasmados, lo siguieron a todas partes, agradeciendo al poeta andaluz, con su presencia masiva, el regalo de haberse sentido poeta gallego. Él correspondería con su poema «Cántiga do neno da tenda», donde retrató mejor que nadie, como dijo Blanco Amor, la saudade del emigrante.

    De entre los amigos gallegos hay que destacar a dos: Ernesto Guerra Dacal y Eduardo Blanco Amor. El primero fue el que quien ejerció más influencia en Lorca, algo que repitió Blanco-Amor más de una vez. A veces le acompañaba también Serafín Ferro, y Lorca los oyó hablar en gallego muchas veces entre ellos.

    Cuando Blanco Amor llega a Madrid en 1933, conoce a Ernesto y le pide que le presente a Lorca, Como corresponsal de La Nacion de Buenos Aires, venía con la intención de conectar con los intelectuales de la Republica. Según Guerra, a Lorca le parecía Blanco Amor demasiado argentinizado, aparte de que su homosexualidad era muy explícita. Sin embargo, las relaciones entre ambos fueron muy frecuentes y Blanco Amor llegó a permanecer en la casa de Lorca en Granada durante temporadas.

    La amistad de Blanco Amor con Ernesto se acentúa en 1934 cuando emprende un viaje por Galicia el 25 de junio.

   Cuando García Lorca regresa de América en marzo de 1934, Eduardo lo ve en Granada y ya conocía sus declaraciones sobre la existencia de esos poemas. Federico vuelve a Madrid y decide acabarlos con Guerra Dacal. Y Blanco contribuye a difundirlo a partir de la primavera de 1934, entre los galleguistas. Eduardo tiene que sacar una copia en limpio, para ordenar los papeles y escoger la versión definitiva.

  En el prólogo a la primera edición hecha por Blanco Amor afirma:"La verdad es que, a pesar de haberme bien leído mi Curros y mi Rosalía, el gallego lo aprendí en los vocabularios precaucionales que añades a tus libros de poemas. Debes ser tú, por lo tanto, quien ordenes éstos y quien los edite y quien los prologue."

   Ánxel Casal, en carta de diciembre de 1935 con la cabecera de Nós Publicaciós Galegas e Imprenta, le envía a Madrid los ejemplares a Federico.

¿Por qué nacen? Por un lado, por el conocimiento y admiración de Lorca hacia Galicia, tras los viajes realizados. Por otro, en Galicia conoce a un grupo de amigos que lo animarán: Álvaro Cunqueiro, Feliciano Rolán, Arturo Cuadrado, los Dieste, Luis Seoane, Carlos Martínez-Barbeito, Suárez Picallo, Castelao. Serán sobre todo dos: Blanco-Amor e, sobre todo, Ernesto Pérez Guerra (nombre real de Guerra Dacal). Este último fue, según Blanco Amor, el incitador decisivo de la escritura de los poemas: «Ernesto fue el animador de Federico en años muy significativos de su vida (...). Para Federico fue este ser íntimo del que dependen tantas cosas, como lo fue después Rafael Rapún, muerto de un cañonazo. Son esas gentes de las que no se habla pero sin las cuales queda sin explicación la euforia creadora, los grandes momentos en que una sola persona es todo el público»
   Por otro lado, conocía la poesía galaico-portuguesa del ciclo trovadoresco por lo que los tonos de las cantigas se muestran en esquemas de repetición y estructuras paralelísticas (Madrigal, Romaxe).


¿Cuándo? Sabemos que al volver de su viaje a Santiago en mayo do 1932, Lorca está dispuesto a escribir los poemas en gallego. La amistad con Ernesto está  ya consolidada y el «Romaxe e Noiturnio» podían ser escritos en 1933. El primero está copiado en el dorso de una invitación, dirigida a Lorca por el Embajador de Portugal, para concertar una cita con Julio Dantas, el 9 de mayo. de 1933 (era su costumbre escribir sus poemas en papeles de índole variada y no solo para este libro). Lorca marcha para América el 13 de octubre, por lo que pudo ser escrito antes del viaje.
«Cantiga do neno» está inspirada en la estancia porteña de Federico, por lo tanto pudo ser escrito después de llegar, en marzo de 1934.
 «Canzón de cuna» está escrita con la misma letra que la anterior y los primeros versos apógrafos de «Danza da lúa», por lo que estos textos también pudieron ser escritos al volver de Lorca de América,  en 1934.


 ¿Quién intervino?  Blanco-Amor quiere dejar claro que Federico es el autor de los poemas y reduce su intervención en ellos. Guerra da Cal sí sobrevaloró la suya, sorprendentemente después de la muerte de Blanco-Amor. En los dos apógrafos, el de «Romaxe» y «Nouturnio», que son copias en limpio de Guerra da Cal, con su letra más cuidada, los cambios son ya mayores. Hay críticos que sugieren que los poemas son fruto de esta estrecha relación personal entre Ernesto y Federico.
   Pero la polémica sobre la obra en gallego de Lorca era esperable. ¿Hasta qué punto pudo adentrarse en el conocimiento y dominio de la lengua, para escribir, con tanta precisión, esos poemas? ¿Recibió sólo alguna ayuda o fueron traducidos por alguno de sus muchos amigos? Blanco Amor, en el mismo prólogo del libro, afirmó que eran íntegramente del autor granadino. Sin embargo, Guerra da Cal afirmaría que fue él el que tradujo los poemas en castellano al gallego. Existe una carta que, en su día, envió Guerra da Cal a Blanco Amor en la que se lee: “Sobre los poemas de Federico –los gallegos, se entiende- mi intención fue de servirle de diccionario viviente y –si me es permitido el decirlo- poético y discriminativo. Él me decía un verso en castellano y lo traducía libremente al gallego, buscando, como es natural, las palabras que a él más pudieran impresionarle por color, sonido y evocación mágica. Si no le gustaba alguna, -pura y simplemente en un juicio poético inmediato- yo le daba otra en opción, y él, augustamente, elegía la que le salía de los cojones líricos”.


¿Cómo se ordenan? El orden en el que aparecen no es casual. Seguramente fue consensuado entre autor y editor, como un conjunto unitario.«Madrigal â cibdá de Santiago»  «Danza da lúa en Santiago» cierran y abren el libro con su contenido amoroso. Los dos poemas centrales, con claras referencias lingüísticas y conceptuales a Ernesto, son también amorosos: «Cantiga do neno da tenda» y «Noiturnio do adoescente morto». Y  dous poemas simbólicos de la tradición: «Romaxe de nosa Señora da Barca» y «Canzón de cuna pra Rosalía Castro, morta».
    «Madrigal» contiene elementos descriptivos característicos de Santiago (choiva, noite escura, rúa, as herbas), se dirige a meu doce amor, pero con símbolos lorquianos: o ar, a lúa, a auga, a soma e a cinza.  Seguindo a Ángel Sahuquillo, podemos apreciar as connotacións oníricas de lúa, auga con el inconsciente y la sexualidad. La lúa como símbolo de plurivalencia semántica, como algo atractivo e peligroso a la vez.
   «Danza» también presenta a la lúa, personificada en un galán (Ernesto) . El ritmo de baile frenético y el diálogo madre-hija intenta romper el hechizo de la luna, mientras la cantiga resuena en la Quintana dos mortos. Otra vez se repiten símbolos: el aire, la luna  á nai en brancura. A lúa, en relación con el inconsciente colectivo, representa con frecuencia a eros. Las sombras (o desexo, o escuro) contrastan con la luz (la vida), en una figuración cultural de lo permitido y de lo prohibido. Los sueños viven también en el espíritu de quien los crea.